Verónica se va de Venezuela.
Compartimos esta interesante nota del impulso
Cambiará aguinaldos por villancicos de otras regiones. Asistirá a otras fiestas, pero ya no serán las fiestas de los panas, de esos que no necesitan explicaciones, porque conocen todo y entienden todo.
Se llama Verónica, pero podría llamarse Ana, Luisa, Javier, Andrés… Verónica se va de Venezuela. Va a engrosar la lista de emigrantes venezolanos, como ya se ha hecho usual.
Verónica se va de Venezuela. Ella es una profesional estupenda. Y
además es docente. ¡Se están yendo nuestros docentes buenos! Está en sus
tempranos cuarenta, la edad más productiva. Llegará a otro país a
sembrar lo que aquí no pudo sembrar, a cosechar lo que merece cosechar
porque se lo gana honestamente, no como el régimen quiere hacer ver, que
lo que alguien tiene es porque se lo quitó a otro… En el país donde va
no hay esos complejos ni resentimientos. La gente trabaja duro y su
esfuerzo se ve recompensado. Y ya no tendrá que preocuparse de que los
puedan secuestrar, ni vivir con la rabia y la impotencia de estar
bajándose de la mula con cada inspector de los organismos públicos que
les llega a fiscalizar el negocio de su marido.
Verónica se va de Venezuela. Sus hijos se adaptarán al nuevo país,
cantarán otro himno en la escuela y tendrán otras costumbres. Y aunque
Vero empacó su bandera tricolor con estrellas, cada vez les será más
ajena. Venezuela será una vaga referencia en sus vidas, unas hallacas en
diciembre, unas arepas en los desayunos de los sábados, un sobresalto
en el estómago de sus padres cuando llegan las noticias.
Verónica se va de Venezuela. Se cansó de luchar, se cansó de tanta
mediocridad, se cansó de sentirse culpable por tener un modo de vida
cómodo, se cansó de esperar que las cosas cambien. Y es que aún cuando
haya un cambio de gobierno, Verónica se convenció de que tomará mucho
tiempo acabar con la crisis de valores que nos arropa.
Verónica se va de Venezuela. Hará suya una historia ajena, aquella
que conoció de tantos inmigrantes que vinieron cuando Venezuela era un
país adonde la gente llegaba, no de donde la gente se iba.
Se va Verónica y con ella se va una familia sana, productiva y
trabajadora. Dejará a su mamá con cuatro puestos menos en la mesa de los
domingos y a sus hijos sin la alegría que significa tener abuelos.
Se va Verónica. Ya algunas de sus amigas se han ido. Han cambiado el
café y la conversa rica por sesiones de Skype en grupo, para no sentirse
que están tan lejos, que no están tan solas, que no son tan forasteras.
Verónica se va de Venezuela. Y con ella se va un pedacito de país.
Del país que se niega a morir, pero del que se muere una parte cada vez
que alguien se va. Como tantos otros emigrantes, dejará enterrado su
corazón aquí, porque el corazón se queda donde uno nació, donde dio sus
primeros pasos, donde se aprendió a leer, donde ocurrió el primer
enamoramiento, donde se dio el primer beso.
Verónica se va de Venezuela. Cambiará aguinaldos por villancicos de
otras regiones. Asistirá a otras fiestas, pero ya no serán las fiestas
de los panas, de esos que no necesitan explicaciones, porque conocen
todo y entienden todo.
Verónica se va de Venezuela. Con pasaje de ida y sin pasaje de
vuelta. No quiere regresar para tener que volver a despedirse, porque
los venezolanos no sabemos cómo despedirnos. Si hasta lo dice un
maravilloso joropo: “por si acaso yo no vuelvo, me despido a la llanera…
despedirme no quisiera, porque no encuentro manera”.
Nota: Extraida del www.elestimulo.com
4 comentarios:
Que fuerte!
HOLA.. BUENOS DIAS QUIEN PUEDE INFORMAR SI ESTAN PASANDO LAS TARJETAS MASTER DE BICENTENARIO O DE VENEZUELA CUAL ES LA SITUACION CON LAS MISMAS.. POR FAVOR
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Hola que tal estoy en republica dominicana me vine c on mi esposa y mi primo alquilamos un carro para trabajar con uber pero no tenemos donde vivir
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